¿Cuáles son, a grandes rasgos, los medicamentos que se tienen que administrar con inhaladores? ¿Por qué no se puede utilizar otra vía de administración
¿Para qué enfermedades?
Hay dos tipos fundamentales de medicamentos que se administran mediante inhaladores. Los broncodilatadores que, como su nombre indica, consiguen que las vías aéreas estrechadas por la enfermedad se dilaten; y los corticoides que logran disminuir la inflamación de las vías aéreas, logrando también su dilatación.
Los broncodilatadores son los fármacos más importantes para el tratamiento de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfermedad casi siempre causada por el tabaco, y los corticoides inhalados tiene su principal indicación en el tratamiento del asma. Aunque cuando ambas enfermedades están más evolucionadas se puede añadir un corticoide inhalado al broncodilatador en los EPOC, o se puede añadir un broncodilatador a los corticoides en el tratamiento del asma. En las crisis, ataques o agudizaciones del asma y del EPOC tienen un papel destacado los llamados broncodilatadores de corta duración, son de inicio rápido, pero con pocas horas de duración.
Aunque algunos también se pueden administrar por otras vías (jarabes o inyectables) la gran ventaja de la administración en inhalador es que logramos que el fármaco llegue al sitio donde tiene que actuar, los pulmones, con lo que se evita un gran número de efectos secundarios.
¿Cuáles son los errores más frecuentes en el uso de inhaladores?
Aunque hay diferentes errores en función del tipo de inhalador hay dos comunes a todos y muy importantes, el no vaciar los pulmones antes de aplicarlo, mediante una exhalación intensa (si queremos "llenar" los pulmones con el fármaco, antes habrá que vaciarlos) y no retener la respiración, entre 6 y 10 segundos, después de utilizarlo para dar tiempo a que el fármaco se deposite en las vías aéreas.
¿Por qué resulta tan difícil realizar bien la técnica inhalatoria?
Obviamente es más difícil que tragar un comprimido y cada dispositivo, además de las maniobras comunes, exhalación previa y mantener la respiración al final, requiere aprender una serie de pasos y manipulaciones que no todos los pacientes pueden realizar bien. De todas formas, como hay muchos dispositivos, hay que tratar de que cada persona utilice el que le sea más fácil. A todo esto se añade que se utilizan en enfermos que pueden tener la respiración muy disminuida y, por tanto, les resulta más difícil inspirar el fármaco.
¿Cuáles son los dispositivos más habituales? ¿Hay diferencias entre los que se usan en asma y en EPOC?
Los más habituales son los llamados cartuchos presurizados, el fármaco disuelto en un líquido en el interior del cartucho sale en forma de aerosol cuando se pulsa el dispositivo, en general precisan agitarse ante de usarlos, y los de polvo seco, el fármaco está en forma de polvo, bien sea dentro del dispositivo o en una cápsula que hay que introducirla en el dispositivo.
Cada uno de estos sistemas también tiene sus errores más frecuentes: en los de polvo seco, no hacer la inspiración profunda y enérgica, y en los cartuchos presurizados el no realizar bien la coordinación entre inhalación y la pulsación del dispositivo, la pulsación debe ser inmediatamente posterior al inicio de la maniobra inspiratoria que será lenta y constante.
También hay otros tipos de dispositivos, con menos tipos de fármacos, como son los llamados
inhaladores de nube de vapor suave, y recientemente se ha comercializado un nuevo tipo incluido en el grupo de inhaladores activados por la inspiración.
¿Qué innovaciones se han introducido últimamente? ¿En qué medida facilitan la correcta adherencia al tratamiento?
Lo más nuevo, de muy reciente aparición, es un dispositivo del grupo de inhaladores activados por la inspiración que siendo un cartucho presurizado evita el problema de la coordinación entre pulsación e inspiración, ya que solo se activa cuando el paciente inspira y esto se consigue con muy poca capacidad inspiratoria. En los últimos años han salido al mercado muchos dispositivos cada vez más fáciles de utilizar y que solo hay que usar una o dos veces al día, facilitando la adherencia al tratamiento.
¿Qué diferencia hay entre polvo seco y aerosol? ¿Qué motiva la elección de una u otra modalidad? ¿Alguno de ellos es, a priori, más fácil de usar bien?
Ya se ha comentado las principales diferencias entre los dispositivos de polvo seco y los aerosoles en cartucho presurizado. En cuanto a la elección, y de manera muy general, los presurizados se pueden utilizar en todo tipo de pacientes independientemente de la capacidad de inspirar, mientras que los de polvo seco, cuando el enfermo está muy afectado y apenas puede inspirar, no son los más adecuados. Por el contrario, y a priori, los de polvo seco son más fáciles de usar bien porque es el paciente el que activa la salida del fármaco cuando inspira, evitando la necesidad de coordinación de inspiración-pulsación de los presurizados.
¿Cuándo se recomienda el uso de cámara de inhalación? ¿Y de mascarilla?
De manera general, todos los presurizados hacen más efecto, se consigue mas depósito de fármaco en los pulmones, cuando se utilizan con cámara de inhalación. Una buena práctica sería el utilizar siempre la cámara con los presurizados cuando el paciente está en su domicilio.
Siempre es muy recomendable usarla para aplicar los broncodilatadores de corta duración en las crisis o ataques de asma y en las agudizaciones de EPOC. Con la mascarilla, que conocemos como aerosolterapia, se consigue que el fármaco llegue a los pulmones respirando sin tener que hacer esfuerzo y, por tanto, está indicada en crisis graves o pacientes o muy debilitados, en los que la capacidad de inspirar está tan disminuida que el enfermo no puede ni siquiera utilizar una cámara de inhalación.
¿Existe alguna forma de que el paciente sepa si ha tomado correctamente su dosis?
Según como sea el inhalador, el paciente puede saber que el fármaco ha salido del dispositivo, nota el impacto del aerosol, el sabor del polvo seco, en otros ve que la cápsula ha quedado vacía, o que en el contador de dosis ha disminuido, pero eso no quiere decir que ha llegado correctamente a los pulmones si ha cometido alguno de los errores descritos.
Recientemente se ha aprobado por la FDA, la agencia del Gobierno de los Estados Unidos responsable de la regulación de medicamentos, el primer inhalador con un sensor incorporado que se conecta a una aplicación del teléfono móvil que puede supervisar el uso, así como la fuerza de la inhalación del usuario. Aún no se ha comercializado en España, pero estos sistemas serán de gran ayuda para saber si se ha tomado la dosis correctamente.
¿A quién puede recurrir el paciente para aclarar sus dudas?
Quien prescribe el fármaco, su médico de familia, neumólogo, alergólogo o internista debe responsabilizarse de adiestrar al paciente en la utilización del dispositivo, bien personalmente o en colaboración con el personal de enfermería del equipo correspondiente. También es muy interesante la función para educar en el manejo de los inhaladores que pueden desempeñar los farmacéuticos en las oficinas de farmacia.
¿Cuáles son las consecuencias más graves del mal uso de los inhaladores?
Son las derivadas de que la medicación no llegue en la cantidad deseada al lugar apropiado y, por tanto, no se obtenga el efecto para el que está diseñado el fármaco y el inhalador, que es controlar el asma o la EPOC. Sabemos que los pacientes que utilizan mal los dispositivos o menos veces de las indicadas, tienen más crisis o agudizaciones, sufren más hospitalizaciones y tienen peor pronóstico y calidad de vida.