¿Por qué hay unas personas más calurosas o frioleras que otras?
El cerebro es el encargado de regular la temperatura y mantener nuestro organismo en una temperatura confortable, es decir, que si hace calor activa mecanismos biológicos como sudar, etc. Para regular la temperatura si hace frío tenemos la necesidad de abrigarnos o comer alimentos ricos en grasa o en hidratos de carbono para mantener en el organismo una temperatura entre 35 y 37 grados centígrados. Sin embargo, en una misma familia el padre, la madre, abuelos y hermanos reaccionan diferente ante la misma temperatura. Por ejemplo, para muchas personas una temperatura de 23-25 grados centígrados es confortable, permite estar sin sufrir calor, sin embargo, algunos miembros de la familia tienen frío y tienen que abrigarse y olvidarse de la ropa de manga corta. Es decir, todas las personas percibimos diferente el frío porque tenemos diferentes respuestas biológicas ante la misma temperatura que estamos expuestos.
¿Es cuestión de genética ser más calurosas o frioleras que otras?
Actualmente, se conoce que la herencia tiene un papel fundamental en la regulación de los mecanismos compensadores de la temperatura. Todos hemos escuchado la expresión “que piel tan gruesa”, “como come y no engorda”, “ella siempre tiene frío” estas variantes individuales no se pueden modificar, forman parte de lo que hace especial a cada persona, inclusive en miembros de la misma familia. Una persona que tenga mayor tendencia a la piel grasa tendrá más protección ante las temperaturas externas y menor pérdida de calor interno al ser más gruesa. La cantidad de grasa corporal proporciona más protección para el frío. Quienes son delgados o tienen un bajo índice de grasa corporal, probablemente estén menos protegidos ante las bajas temperaturas. Sin embargo, esto no quiere decir que debamos engordar, ya que esto trae consigo muchos más riesgos de salud, que ser "frioleros". El estrés continuo afecta negativamente a todo nuestro cerebro, afecta a genes que regulan el estado de ánimo siendo un factor que dificulta una correcta respuesta al frío.
¿Las mujeres son más frioleras que los hombres?
Sí. Las mujeres están más preparadas para afrontar las temperaturas extremas y precisamente por ello son más frioleras. Cuando están en un ambiente frío las mujeres tienen dos mecanismos para regular la temperatura: 1.- cierran los vasos sanguíneos de la piel para impedir que se pierda calor. 2.- tiene mayor proporción de grasa subcutánea que el hombre, pierde menos calor por radiación, conservando así más calor en su cuerpo. Sin embargo, las señales que llegan al cerebro provenientes de la piel se traducen como frío y sienten necesidad de cubrirse.
¿Esto puede variar a lo largo de la vida? Por ejemplo, de pequeño ser súper caluroso, ¿pero de mayor más friolero?
Los niños no son más sensibles al frío que los adultos. Pensamos como padres o familiares qué los niños tienen más frío que los adultos, cuando vemos por la ventana que hace frío, que está lloviendo, neblina nos disponemos a vestir al pequeño como si fuera esquimal. Una expresión coloquial es que, si la madre tiene frío, el niño tendrá mucho más, ¿realmente es cierto? No, la termorregulación de los pequeños es igual que la nuestro: sienten el calor o el frío con la misma intensidad que nosotros. Casi siempre, los niños no son más sensibles al frío que los adultos; más bien al contrario, tienden a ser más activos. Corren, saltan, eso les facilita el hecho de entrar en calor.
Los recién nacidos son una excepción ya que aún están desarrollando los mecanismos para guardar el calor y enfriar el cuerpo cuando la temperatura se incrementa, todo esto es por la inmadurez de su sistema nervioso central. El porcentaje de grasa y agua que tiene un neonato es mayor cuando éste va creciendo. Por otro lado, cuando envejecemos nos pasa algo similar: perdemos la masa muscular, mayor porcentaje de grasa. Es recomendable llegar a la madurez de la vida con cierta cantidad de músculo y eso se logra fácilmente con paseos por el parque, por casa, etc. Estemos activos tanto en mente con corporalmente.
¿Por qué hay tanta variación en la reacción al frío o calor?
Impulsos nerviosos son enviados a los músculos para generar calor metabólico a través de los escalofríos, los vasos sanguíneos se contraen para evitar que se pierda calor por aquellas zonas que están más frías y concentrándolo en los órganos internos. Los impulsos también llegan a la corteza cerebral, la parte del cerebro en la que se produce el razonamiento y en la que se genera la información acerca de que estamos teniendo frío. Estas sensaciones se combinan con los impulsos que llegan desde el sistema límbico, el responsable de nuestro estado emocional para determinar cómo nos sentimos respecto al frío que estamos sintiendo. Todo en su conjunto nos lleva a realizar acciones que nos protejan contra ese frío. Nos tapamos, nos ponemos más ropa, nos acurrucamos y expresamos que tenemos frío, nos cuesta calentar las manos o los pies.
Sin embargo, la relación entre la temperatura y la fiebre o la inflamación se conoce desde hace mucho tiempo y múltiples evidencias señalan que la eficacia de la respuesta inmune puede verse influenciada por la temperatura modificando la expresión de genes involucrados en la defensa del individuo.
¿Deben abrigarse menos las personas más calurosas? ¿Qué peligros se corren de abrigarse demasiado?
Abrigarles excesivamente no es malo. Tenemos mayor tendencia abrigar a los niños y a los ancianos por miedo a que estos lleguen a enfermar, por tal motivo, salen de casa con un equipamiento polar avanzado, situación que puede llegar a ser desagradable. El niño o el anciano sudarán y el sudor se quedará macerado por las sucesivas capas de ropa. Pero más allá de eso, no es perjudicial, sin olvidar que el sudor puede enfriar la piel y manifestarse como frío. Hay que valorar si un poco menos abrigado su hijo o abuelo saldrá a la calle igual de protegido, además de cómodo. Sin embargo, cabe destacar que el truco de las abuelas de vestirse en capas como si fueran capas de cebolla. Sin duda: entre poner al pequeño un grueso y pesado forro polar con una camiseta debajo o convertirlo en una especie de cebolla superponiendo prendas, escoja lo segundo. En climas muy fríos, lo mejor es utilizar distintas capas de ropa, aunque sean capas livianas. Esta manera de vestirnos favorece la creación de una mínima película de aire que tiene un carácter aislante. El sistema de capas, además, permitirá al niño o abuelo ir adaptando su temperatura en función de la temperatura ambiental, por ejemplo, en el cine, la casa o el salón del vecino.