La aparición de la COVID-19 a finales del 2019 ha supuesto una emergencia sanitaria en todo el mundo dada su rápida transmisibilidad y propagación. Se estima que la enfermedad ha producido unos 4,47 millones de muertes en el mundo debido principalmente a la presentación aguda de la enfermedad.
Entre los síntomas más frecuentes se encuentran fiebre y tos, y, en los casos más agudos, neumonía con disnea. Sin embargo, lo que no ha tenido tanta atención es la persistencia de la enfermedad una vez superada la fase aguda. Se estima que ha habido más de 214 millones de casos confirmados en el mundo de la COVID-19 (World Health Organization, 2021) y hay estudios que sostienen que hasta un 52% de los pacientes jóvenes (16-30 años) que han padecido la enfermedad aislados en su casa presentan síntomas 6 meses después (Blomberg, Mohn & Brokstad, 2021).
Actualmente no hay consenso sobre la definición de qué es COVID persistente. De acuerdo con el COVID-19 Real-Time Learning Network, se refiere a este tipo de pacientes con nombres como: "long- COVID", "post-COVID syndrome", "post-acute COVID-19 syndrome".
La Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), en su guía clínica para la atención al paciente Long COVID/COVID persistente, define el COVID persistente como “complejo sintomático multiorgánico que afecta a aquellos pacientes que han padecido la COVID-19 (con diagnóstico confirmado por pruebas de laboratorio o sin él) y que permanecen con sintomatología tras la considerada fase aguda de la enfermedad, pasadas 4 e incluso 12 semanas, persistiendo los síntomas en el tiempo” (SEMG, 2021).