La Unión Europea ha emprendido esfuerzos iniciales para abordar las enfermedades crónicas no transmisibles mediante la iniciativa “Healthier Together”, financiada con 156 millones de EUR. En el caso del cáncer, ya existe un amplio «Plan Europeo de Lucha contra el Cáncer» que incluye financiación por varios miles de millones de euros, pero el desafío igualmente grande que constituyen las enfermedades cardiovasculares (ECV) no se ha abordado hasta ahora. Las ECV suponen un importante reto y una carga financiera significativa para todos los sistemas sanitarios de la UE y en la actualidad causan la muerte de 5.000 ciudadanos de la UE al día.
La reticencia a tomar medidas se basa en un falso optimismo de que las ECV no son ya una amenaza para la salud pública. ¿Por qué es esto falso? En primer lugar, la mortalidad relacionada con las ECV tuvo una tendencia negativa hasta alrededor de 2015, lo cual apuntaba a que el problema podría reducirse con el tiempo. Pero esta tendencia se ha invertido: las tasas de fallecimientos se han estancado o incluso han aumentado en algunos países desde entonces. Adicionalmente, las enfermedades cardiovasculares se perciben frecuentemente como un problema relacionado con los hábitos de vida que puede prevenirse simplemente con una mejor dieta y ejercicio físico. Pero las evidencias más sólidas disponibles contradicen esto claramente.